24 de octubre de 2010


Que linda es la niñez, cuanto la extraño. Extraño vivir siempre con una sonrisa de oreja sin importar nada. Los únicos dilemas de la infancia quedaban en juegos y tardes de risas. Como extraño esos tiempos dónde no sufría, donde no dolía, donde no existía la tristeza. Los problemas no existían, o tal vez no los sufríamos, solo nos dedicábamos a disfrutar la vida, y no a vivirla y ya. Mi infancia, puedo decir sin dudarlo, fue la mejor etapa de mi vida. Sé que no va regresar y también sé que nada va volver a ser como en esas épocas, pero todavía hay millones de nenes y nenas en el mundo, y millones más que todavía no nacieron. Tenemos que dejar que ellos nos transmitan un poco de su paz, para poder encontrar nuestro propio eje de felicidad. Tenemos que dejar que nos inunden de risas, que nos ahoguen de besos, que nos maten a cosquillas. Por miedo a sufrir, nos olvidamos de disfrutar la vida, nos reprimimos, vivimos la vida pero no la disfrutamos. Ser adolescente no es fácil lo sé, pero desde hoy me propongo cambiar de a poquito el mundo. No importa que sea con una sonrisa, o con un buen día a la gente que pasa por la calle, no importa que sean cosas mínimas. Yo quiero cambiar el mundo, un mundo de Felicidad, quiero vivir la vida FELIZ.

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